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Victoria Abril asegura que el cine le salvó la vida al recibir el Premio Luis Buñuel en Huesca

HUESCA. Victoria Abril, uno de los nombres con mayúsculas del séptimo arte en España, Francia y todo el continente europeo, recibió el Premio Luis Buñuel de la 52 edición del Festival Internacional de Cine de Huesca. “El cine no sólo me ha salvado como actriz y evitó que yo fuera secretaria, también me salvó la vida siendo espectadora”, afirmó en el Teatro Olimpia de esta ciudad aragonesa, en una gala conducida por los actores Manuel López-Vigo y Minerva Arbués.

Ganadora de Dos Conchas de Plata, un Oso de Oro y un Goya, entre otros premios, Victoria Abril regresa a España después de haber estado 45 años en Francia para celebrar sus 50 años de carrera, recibir este homenaje del festival de Huesca y volver este verano a los escenarios, en el Teatro Romano de Mérida, al cual llamó “la meca del Olimpo”, con la súper producción “Medusa”, bajo la dirección de José María del Castillo.

La intérprete española ha recibido el Premio Buñuel del certamen, representado con una hormiga, dada la fascinación que sentía el cineasta aragonés afincado en México por los insectos, en medio de largos aplausos. “Me lo llevaré en el corazón, la vida está bien hecha y lo que sucede, conviene”, aseveró.

Teniendo en su haber más de un centenar de trabajos en cine, teatro y televisión que le han reportado éxitos de crítica y público, defendió el cine de autor y a aquellos cineastas que sueñan una historia, la escriben, la dirigen, hipotecan su casa y la defienden por encima de todo, “no como ocurre ahora con las plataformas, con las majors y en una industria en la que cada vez hay menos guionistas, hay un Chat GPT que no tiene nada de inteligencia”.

Resaltó que “el ser humano tiene que seguir creando, ya que es lo único que nos queda ahora que nos están quitando todo; la creación es el único templo que nos queda para ser sinceros y libres, así que hay que aprovecharlo”.

Victoria Abril recordó sus inicios cuando quería ser bailarina clásica pero las condiciones y normas de la época la hubieran llevado a ser secretaria de oficina, y cómo de la mano de Vicente Aranda y la película “Cambio de sexo” (1977) se dio cuenta de que estaba hecha para la actuación, pero al compartir más de su vida con el público, relató que cuando era pequeña tenía que vivir por temporadas con monjas “que más bien parecían pingüinos y no daban ni amor ni cariño”, pero un día llevaron al grupo de chiquillos a ver “Oliver Twist”, con Mark Lester.